El pilar del Caño y la calle con el mismo nombre


 El comienzo de la calle visto desde el pilar.

          [No responde a la casualidad el hecho de que uno de los escasos textos que he redactado sobre la toponimia local corresponda a esta calle. Fue mi abuelo, buen conocedor del paraje durante su niñez y adolescencia, quien me informó sobre el estado de la zona a comienzos de siglo XX; sirva este escrito para que sus explicaciones no se olviden. También los datos, que he ido recabando sobre el pilar y las instalaciones de su nacedero, facilitaron en buena medida mi decisión. Aunque ha sido determinante mi descubrimiento de la cuenta de Facebook dedicada a la calle, en la que han desestimado el nombre, que le adjudicaron a fines del siglo pasado, decantándose por el que tuvo desde su creación].


Hubo un tiempo en que los nombres de las calles, parajes, etc. no aludían a un individuo o acontecimiento foráneo de los que nadie había oído hablar ni generaban un mínimo interés, sino que se asignaban haciendo uso del sentido común y se correspondían con algún accidente geográfico, una característica peculiar, teniendo en cuenta la fauna o flora del lugar, una persona que tuviera relación con el elemento en cuestión, etc.

El Diccionario de Autoridades define caño como “Instrumento hueco, redondo y largo hecho de metal, vidrio o barro, a modo de caña, para que recogido, y sin desperdiciarse, corra por él un líquido”. Es evidente que, desde el nacedero en la huerta del Comendador hasta el pilar del Caño, el agua debió usar una conducción similar a la descrita en el diccionario, por lo que la denominación que le adjudicaron nuestros antepasados en un tiempo bien lejano le encaja perfectamente.



          El pilar del Caño se identifica con ese nombre ya en 1712, en un documento sobre unas reparaciones que se realizaron en el propio pilar y en las instalaciones del manantial del mismo nombre; la mención del vocablo pilar confirma que no se trataba de una fuente exclusivamente de uso humano, sino que también contaba con su correspondiente abrevadero para los animales. Hasta donde conocemos, es la primera vez que este elemento se menciona en los textos; la segunda será en el Diccionario de Madoz, donde no se apuntan topónimos, pero se citan dos fuentes públicas que surtían a la población en ese momento (1845). Así pues, el pilar del Caño puede alardear de contar con más tres siglos de antigüedad, además de figurar en una publicación nacional de la primera mitad del siglo XIX.
          La calle del Caño no cuenta con un pasado tan dilatado. Un mapa de Agudo de 1886, conservado en el Instituto Geográfico Nacional, ratifica que el núcleo urbano aún no ha alcanzado el arroyo de las Campanas por su lado oeste en esa fecha. Por mi abuelo (nacido en 1900) supe que el vial todavía no existía hacia 1910-15, pues, por entonces, solamente había unas cuantas casas en la zona del gimnasio, que fueron incrementándose hasta confluir con la calle del Cristo; en todo caso, la formación de la nueva travesía debió ser bastante rápida, en cuanto que en la imagen del vuelo aéreo de 1938 se puede observar claramente el trazado completo. De otro modo, el testimonio de mi abuelo nos indica que la vía no surgió a partir del área urbanizada (la calle del Cristo) sino desde un paraje rústico (el entorno de la fuente y pilar).
           A fines de la década del siglo XX, una corporación municipal ignara mutó un topónimo sensato, seguramente otorgado por el propio pueblo, por el más rimbombante, desacertado y ridículo de avenida del Pilar. Que el nuevo apelativo es ostentoso, no cabe duda; que avenida le queda muy grande es evidente, puesto que no se trata de una vía importante en la que convergen varias  de categoría inferior (se me ocurre que la única avenida posible se produciría con el  desbordamiento del pilar con el agua corriendo calle abajo); en cuanto a eliminar el nombre propio (del Caño) y sustituirlo por el común pilar (con el que se identifican  los abrevaderos de la localidad) es una muestra más que evidente del disparate cometido por el autor o autores de semejante decisión.


Los auroros y acompañamiento en la madrugada del día de la Virgen del Rosario recorriendo el Caño.

   
    En el callejero local nunca hubo demasiados nombres en función de un elemento o actividad que pudiera caracterizarlas, aunque no estuvieron ausentes. De la Carnicería, Tejedores, Mayor, Larga, Ollerías y de la Fuente son algunos de los nombres que se han llevado el tiempo y corporaciones municipales indiferentes. El Caño y Carretas eran las únicas que resistían hasta la eliminación de la primera; confiemos en que no asomen nuevos genios con la ocurrencia de sustituir la segunda por avenida de la Gasolinera…
  Hoy la avenida del Pilar no es en absoluto una avenida, pero es una de las calles más cómodas de Agudo: con poco tráfico, unas aceras amplias con árboles y bancos, que no molestan a los viandantes (no sucede lo mismo en Cristo y Carretas) y un caño de agua corriente en su inicio, donde meditar con el murmullo del fluido cayendo. Que el nuevo apelativo no ha cuajado en la población es evidente, salvo los repartidores de Correos y otras empresas de venta a domicilio, los vecinos y visitantes seguimos usando la denominación tradicional, el Caño, y, cuando alguien ha decidido crear una cuenta de Facebook relacionada con el barrio, no se le ha ocurrido utilizar la denominación oficial por muy pomposa que resulte.





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