El día 2 de febrero, la iglesia
católica conmemora la Purificación de la Virgen tras el parto y,
también, la Presentación de Jesús en el Templo, ambos rituales de la
tradición judía, cuya práctica suponía un coste de un cordero y un palomino o tórtola
para los ricos, y dos tórtolas o palominos para los pobres según recoge el
Levítico.
El origen de
la celebración de la Purificación de la
Virgen es oriental, aunque en el siglo VI ya se había difundido por Occidente.
Es conocida también como la fiesta de la luz y el fuego, y en muchos lugares de
España conlleva el encendido de una o varias hogueras en la vía pública y el
uso de velas en los actos religiosos. También se asocia con el final del
invierno e, incluso, existe alguna teoría que la vinculan a festividades
romanas.
Popularmente
conocida como La Candelaria, en Agudo se estuvo celebrando hasta comienzos de
la década de los sesenta del siglo pasado, momento en que perdió el interés de
la población o, quizá, del propio sacerdote, más orientado a otro tipo de
eventos; a fin de dejar constancia del desarrollo de los acontecimientos se ha
realizado una recogida de datos entre aquellas personas que todavía conservaban
algún recuerdo, aunque, seguramente, hayan quedado muchos aspectos sin
resolver.
-La
celebración conllevaba la presencia de una madrina, persona que accedía al
cargo por capricho o por una promesa realizada a la Virgen. Podía ir vestida de
calle u optar por la clásica mantilla con peineta.
-La madrina
aportaba como ofrenda una torta (rosca de frutahilada) y dos palomos, que se
rifaban después de la misa. La rifa se hacía mediante el sistema de papelillas,
que los monaguillos se encargaban de vender por el pueblo, mientras exhibían los
objetos a sortear. Es evidente que los palomos rememoraban a los que ofreció la
propia Virgen cuando su purificación y en el libro cancelario de nuestra
hermandad del Rosario ya aparecen documentados en un asiento de 1646. En cuanto
al tipo de dulce presentado, parece claro que no siempre se trató de una rosca
de frutahilada, en cuanto que en las cuentas de 1685-99 se cita una torta de
bizcocho y mazapán; sí parece obvio que se sorteaba, puesto que la misma cita
menciona que le tocó al señor prior y en 1724 señalan que de la rifa de la
torta de la Purificación sacaron 5.287 maravedíes.
-Después de
la misa tenía lugar la procesión, que recorría las calles Cervantes, Santa
María y Risco; la Virgen iba en andas y, delante de ella, caminaba la madrina
con una vela encendida en una mano y un niño Jesús en la otra. Durante el
recorrido, la gente iba muy pendiente de la vela de la madrina, a la que
otorgaban ciertas propiedades adivinatorias; si la vela se apagaba, el invierno
no había finalizado, pero, si se mantenía encendida durante toda la procesión,
significaba que ya había concluido. Un dicho popular recordaba el asunto: Si
la Candelaria implora, el invierno está fora, si no implora, ni dentro ni fora.
-Finalizada
la procesión, la madrina se llevaba al niño a su casa, donde acudían a
visitarlo personas más o menos allegadas que eran invitadas a dulces; al día
siguiente, el niño tornaba a la parroquia.
-Tras la
Guerra Civil, la imagen que hizo de Candelaria fue la Inmaculada del Asilo (la
única que sobrevivió al verano de 1936). Nos ha contado Carmen Orellana que
antes del conflicto sacaban a la Virgen de la Candelaria, pero en los
inventarios de la parroquia no figura imagen de esa advocación; cabe la
posibilidad de que la Virgen de la Caridad, a la que no se le conoce culto en
esos tiempos, hiciera las funciones de propias de la Candelaria.
Está bien
documentada la presencia de luminarias en el solsticio de invierno, pero no
existen referencias que las asocien con las fiestas de la Candelaria. La vecina
Garbayuela sí conserva una hoguera para estas fechas, así como un paloteado,
que nosotros perdimos en los siglos anteriores; seguramente, la presencia de un
prior de la Orden de Calatrava y las constantes visitas de los legados
toledanos a Agudo dieron al traste con una serie de tradiciones que localidades más
pequeñas pudieron conservar.
Una muestra del fervor agudeño a esta festividad queda patente en las coplas de los auroros, que recuerdan aspectos de la celebración:
La madrina de la Virgen, hoy,
puesta de rodillas en misa estará
con la vela encendida en la mano,
luz que a todo el mundo dará claridad.
Misterio será
que una vela tan resplandeciente
ilumina al mundo con serenidad.
En el día de la Candelaria
ha salido a misa la madre de Dios,
dos pichones llevaba consigo
para hacer la oferta al buen Simeón.
Sigue su pasión,
puesto lleva el manto de pureza
para que sepamos que es madre de Dios.