El retablo actual, y los altares y retablos desaparecidos de La Dolorosa y El Nazareno



En la parroquia de San Benito Abad, primera capilla-hornacina del lado de la Epístola, se halla el retablo de Jesús de Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores. Se fabricó en los Talleres de Pintura y Escultura Nuestra Señora de la Asunción de Socuéllamos y se adquirió durante el curato de Manuel Sánchez-Valdepeñas.

Las cláusulas del contrato estipulaban que debía realizarse en escayola fina con armadura de madera. La mesa [del altar], el sepulcro y las cornisas de las bases serían de madera y el frontal de la urna estaría protegido con un cristal. La pintura imitaría a los mármoles finos, y los adornos y molduras irían dorados con purpurina fina.

El precio concertado ascendió a 6.800 pts., que debían abonarse en tres plazos; el primero en el momento de realizar el encargo (2.500 pts.), el segundo el 1 de abril de 1946 (2.500 pts.) y el último el 20 de mayo del mismo año (1.800 pts.). A ello habría que sumar los costes de transporte e instalación.

El contrato lo firmaron el cura citado y, por parte de los nazarenos, Nicolás Sobrino; no existe ninguna mención a las nazarenas, aunque en el libro de cuentas de la hermandad consta que abonaron su parte. 

En el momento actual, la pieza se halla pendiente de restauración y las imágenes que habitualmente acoge se encuentran desperdigadas por la parroquia. La mesa de altar adosada, que formó parte del conjunto en origen, debió desaparecer con las reformas de simplificación fomentadas por el Concilio Vaticano II. En cuanto a la decoración, negociada en el contrato, fue sustituida por una capa de pintura verde Titanlux en los tiempos de las reformas tuteladas por el sacerdote Magdaleno Fernández. Tal como está, consta de un cuerpo inferior muy bajo, que contiene la urna del Cristo yacente, flanqueada por dos recuadros con moldura. El segundo cuerpo presenta tres calles; la central, muy destacada respecto a las laterales, es el lugar del Nazareno. Un tercer cuerpo, restringido a la calle central luce una cruz de calatrava, el emblema que señoreó en la iglesia parroquial desde sus inicios. 

La información sobre los retablos destruidos durante la Guerra Civil, es muy escueta. El archivo parroquial conserva un documento donde están anotados varios inventarios, fechados entre 1896 y 1925,  que contienen unos pocos datos sobre mobiliario, imágenes, etc.  depositados en los diferentes edificios religiosos de la localidad. Las tallas relacionadas con la Semana Santa se repartían entre la parroquia y la ermita de la Virgen. 

       En la iglesia parroquial, el altar colateral del lado de la epístola estaba dedicado a Nuestra Señora de los Dolores. Las notas de 1896 indican que la imagen era una talla nueva de madera y estaba vestida, pero las de 1879 no mencionan este hecho; seguramente se adquirió una figura nueva en el intervalo. Poseía un rosario de nácar y una corona plateada; la mención de un dosel para las andas indica que salía en procesión. Su camarera era Dominga Gómez. En 1924 se registran un escudo de plata con siete cuchillos, un rosario de azabache y una diadema de estrellas. No existe descripción del retablo, aunque advierten que la hornacina de la Virgen estaba protegida con un cristal. Teniendo en cuenta que el redactor del inventario le atribuye la consideración de altar colateral, la estructura debió estar fijada no más atrás de donde se sitúa hoy la imagen de San Benito; esta localización tan destacada parece avalar el apego popular a esta advocación mariana,  la antigüedad del culto en la localidad o ambas cosas.

      El altar de Jesús Nazareno debió ocupar el mismo lugar que tiene en la actualidad. La imagen llevaba la cruz al hombro y, en 1879, tenía otra para la procesión. El retablo, realizado con restos de otros (1905), estaba pintado y dorado (1925); tenía dos cuerpos y tres calles. La talla, de vestir, se restauró en 1901. Tenía estandarte al menos desde 1905.

       Jesús Nazareno, un Cristo de la Agonía, que no aparece en los inventarios parroquiales, y Nuestra Señora de los Dolores fueron los pasos de la procesión del Jueves Santo.

       En la ermita de la Virgen de la Estrella, en el lado de la epístola, los inventarios documentan un altar con un retablo dorado de estilo corintio desde al menos 1882, donde permanecían las imágenes del Santísimo Cristo de la Salud y el Santo Cristo del Sepulcro; el Cristo yacente descansaba sobre un lecho dorado y estaba protegido con un cristal.

      En el lado del evangelio se disponía un retablo churrigueresco, tallado y dorado, con tres calles y dos cuerpos; la hornacina principal estaba ocupada por Nuestra Señora de la Soledad.

      El Cristo de la Salud, una imagen antiquísima y muy venerada según el diario  El Pueblo Manchego, el Santo Cristo del Sepulcro y la Soledad fueron los pasos de la procesión de la noche del Viernes Santo.


 

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