San Blas y el patrimonio local

        La festividad de San Blas ha contado este año con unos participantes inesperados. Entre otros, hemos tenido la suerte de recibir a Martín Almagro Gorbea, Anticuario Perpetuo de la Real Academia de la Historia. La presencia del maestro tenía como finalidad realizar unas observaciones sobre el terreno para una investigación en curso. Desconozco si nuestra modesta colaboración ha estado a la altura de las circunstancias, pero sí puedo asegurar que, de su plática, nosotros hemos aprendido detalles desconocidos sobre el pasado de nuestro territorio. Sin lugar a dudas, la visita contribuirá a la divulgación de nuestro patrimonio, material e inmaterial, en las publicaciones científicas, asunto en el que no andamos muy holgados, por cierto. Al margen de los intereses que le movieron a desplazarse hasta el cerro, cabe destacar que el maestro se preocupó por la tradición de los auroros y estuvo conversando con el actual presidente, Julio Romero.
        Martín Almagro no es el primer investigador que se interesa por  nuestro bagaje cultural. Hace unos años recaló por aquí el profesor Abascal, catedrático de la Universidad de Alicante, con el único propósito de estudiar personalmente la estela de La Puente. La visita de Abascal conllevó la posterior publicación de un elemento arqueológico procedente de nuestro término municipal en una prestigiosa revista científica alemana. Actuaciones de este tipo contribuyen a poner en valor la cultura local y a difundir el nombre del pueblo por todo el orbe.
        El hecho de que dos especialistas de semejante calado se desplacen desde sus lugares de trabajo hasta aquí muestra a las claras que los recursos patrimoniales de Agudo no son tan insignificantes como algunos nos quieren hacer creer. El comentario va, fundamentalmente, por un ex alcalde, que en su día expresó que en Agudo se podía instalar perfectamente un cementerio nuclear, puesto que no había nada de interés. Semejante declaración, además de una majadería, es una muestra evidente de la ignorancia y la indiferencia mostrada por  unos regidores a los que nunca les ha preocupado la conservación de un  legado que debían salvaguardar.
        En los últimos tiempos, palabras como patrimonio, cultura y tradición saturan el lenguaje oficial, aunque no dejan de ser expresiones huecas, que no comportan políticas adecuadas para fomentar la protección y la divulgación de la obra de nuestros predecesores. Y es que deberíamos tener presente que resulta complicado impulsar las tradiciones locales promoviendo  unas ridículas campanadas de fin de año en noviembre a mayor gloria de un programa televisivo chabacano. Como ya he dicho otras veces, con malas mimbres no pueden hacerse buenos canastos.