Érase una vez un colegio nuevo...


Un día como hoy, hace ya medio siglo, tuvo lugar la inauguración de un nuevo edificio escolar en el recinto de las escuelas de abajo. De este hecho dio buena cuenta el párroco de  aquel momento, D. Alfonso Axpe, en su hoja semanal, cuyo recorte se inserta en esta entrada.
No recuerdo la existencia de algunas de las dependencias mencionadas por el cura (biblioteca, cocina, comedor o servicios), quizá porque entonces no estaban en uso, pero sí puedo asegurar que no se montaron las instalaciones deportivas en el tiempo que pasé allí. De cualquier modo, he de reconocer que, al menos para mí, el conjunto fue algo excepcional en comparación con las escuelas de arriba, donde había permanecido desde que fui escolarizada hasta el curso anterior. Las escuelas de arriba ocupaban el antiguo pósito con su anejo y la dependencia septentrional de la planta superior del ayuntamiento viejo, aunque yo sólo conocía la planta baja del pósito, cuyas naves de almacenaje se habían habilitado como piconera y aulas décadas antes. Las clases eran pequeñas, estrechas y lóbregas; la plaza hacía de patio, bebíamos agua en la fuente de El Loro y el resto de las necesidades fisiológicas las traíamos hechas de casa. A comienzos del curso 1968-69 nos cambiaron a las escuelas de abajo, unos inmuebles construidos a peón de villa que se derribaron en 2008, si no recuerdo mal. Comparadas con las instalaciones de la plaza, las aulas eran estupendas, luminosas y espaciosas, aunque perdieron todo interés cuando, unos meses después nos tocó estrenar el nuevo edificio. Recuerdo aún algunas cosas que me impresionaron, como el tamaño del encerado y los pupitres individuales, las escaleras al aire o la pintura con textura  en las paredes, que no había visto hasta entonces.
Creo sinceramente que la construcción de este bloque escolar supuso un auténtico acontecimiento, tanto por lo innovador del edificio como por la necesidad que había de unas instalaciones dignas en la localidad; lo que ya no veo tan claro es la oportunidad de conmemorar  su vigencia 50 años después, cuando ya han  sido derribados o reciclados  algunos de sus contemporáneos en otras poblaciones de la provincia. A mi modo de ver, habría merecido la pena esperar un año o dos y celebrar la más modesta década del actual edificio nuevo, por el que tanto luchó la asociación de padres, y utilizar el medio siglo del que ahora se festeja para reivindicar la construcción de otro nuevo más acorde con los tiempos actuales. A fin de cuentas, se levantó en tiempos del general Franco, cuando aún estaba vigente la ley Moyano (ya ha caído agua sobre ese tejado).