La fotografía
superior muestra una perspectiva de la procesión del Corpus a su paso por la
calle Cervantes y la plaza. En ella se aprecia un tramo de las fachadas de la
acera oeste, que abarca desde los actuales inmuebles 29 hasta el 39 y el número
1 de la plaza; del conjunto, solo sobreviven la casa 29 y dos tercios de la 37.
Desconocemos la fecha de su realización, aunque seguramente habría que datarla
hacia 1930, pues la construcción del edificio 29 tuvo lugar a finales de los
años veinte y, además, la indumentaria de las mujeres del primer plano se
adapta a ese momento. Somos conscientes de la mediocre calidad de la
instantánea, pero se ha considerado oportuno divulgarla porque es la imagen más
antigua de la procesión del Corpus de Agudo que hemos encontrado.
Respecto a la
fotografía inferior solo podemos afirmar que reproduce la procesión del Corpus
o la de la Octava a tenor de la ornamentación callejera con ramos y colgaduras.
No hemos identificado ninguno de los inmuebles que se observan, pero el
estandarte del primer plano parece ser el viejo de La Virgen. Si
la imagen se realizó en Agudo, tal vez se corresponda con la acera este del
tramo inferior de la calle Risco, teniendo en cuenta la casa del fondo, que
podría coincidir con la número 40 de la calle Santa María, y el recorrido del
cortejo. Aparentemente, la instantánea se ha tomado desde un balcón y nos han
contado que la casa número 76 de la calle Risco tuvo uno antes de su
remodelación, pero no disponemos de información muy precisa al respecto.
El texto
adjunto se ha extraído del número 256 (8/6/1969) de La Voz de la Parroquia. Nos
ha parecido conveniente incluirlo porque, además de mencionar una de las
carrozas más antiguas que han desfilado en las procesiones de Agudo (no
recuerdo si la de La Virgen es anterior), pone de manifiesto el esfuerzo
compartido de las dos cofradías con más raigambre de la localidad. Este gesto,
aplaudido por D. Alfonso Axpe, es una constante desde la implantación de estas
asociaciones religiosas en la localidad; conocemos la cooperación de las
diferentes hermandades para hacer frente a gastos diversos como un juego de
chirimías (instrumentos musicales) para las procesiones, algún toro para las
capeas de las festividades, etc. De este modo incrementaban el rendimiento de
unos fondos casi siempre exiguos, rentabilizaban unos objetos de uso muy escaso
y evitaban multiplicar los espacios de almacenaje; tres argumentos muy sensatos
para la buena marcha de la economía de estas agrupaciones, que no hubieran
sobrevivido hasta hoy despilfarrando lo poco que obtenían mediante donativos y
cuotas.