La sierra del Altambud y el morro de Tamur, dos fábulas de origen reciente

Foto 1.- Ermita de San Miguel y San Blas
        Las últimas ediciones del mapa topográfico indican que la sierra donde se ubica la ermita de San Blas se denomina ahora sierra de Altambud. El vocablo no aparece en el diccionario de la RAE ni forma parte del modo de hablar particular de Agudo, donde las terminaciones en “d” no son, precisamente, lo más característico de la pronunciación local. La voz más parecida a altambud es altambuz –singular de altambuces, término con el que en la población se han denominado los altramuces hasta tiempos bien recientes. No es comprensible la razón del nuevo apelativo, aunque en Agudo no es desconocida la suposición de que, en los tiempos de dominación musulmana, el paraje se denominó sierra del Altambuz (que no Altambud). El mito se generó entre algunos soldados, destinados en África, a los que los moros les habían hablado sobre la existencia de San Blas, donde sus antepasados habían escondido tesoros. Existen evidencias claras sobre la ocupación musulmana del cerro de San Blas, pero que aquellas gentes supieran entonces el nombre que los descendientes de los repobladores cristianos iban a asignar al paraje unos siglos después carece de una explicación razonable.
         Que la sierra se denomine de San Blas es un hecho bastante reciente, seguramente no se remonte más allá de mediados del siglo pasado. Hasta esos años, San Miguel, titular de la ermita, seguía celebrando su fiesta en la cima del cerro, de modo similar a como se festeja ahora a  San Blas. Son varios los documentos que refrendan  el apelativo San Miguel para este paraje durante la Edad Moderna y la mayor parte de la época Contemporánea. En este sentido, conozco por Salva Jiménez que el AHN conserva un documento con un boceto de parte del término municipal, donde figuran la sierra de San Miguel y la ermita del mismo nombre; si no recuerdo mal, el documento mencionado tenía fecha de mil seiscientos y pico. También se cita la sierra de San Miguel en un asiento del libro de cuentas de la cofradía del Rosario, anotado en la segunda mitad del siglo XVIII: …un toro que se desgració en la sierra de San Miguel. Además, en la primera pregunta del cuestionario de Tamurejo, contenido en el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791, se dice que: [Tamurejo] Se halla situada en un collado a la falda de un cerro que llaman el Morro a la parte del ocaso y por la parte de levante con sierra que dicen de San Miguel, del alcabalatorio de la villa de Agudo, provincia de la Mancha. Todavía hoy, en el vecino Tamurejo continúan utilizando este nombre.
  En época de Alfonso XI (1312-1350) se redactó El Libro de la Montería, un excelente tratado cinegético, que contiene una cita muy interesante sobre los montes del entorno de Siruela: La sierra de Tamur, et la Cabeza del Aguila es todo un monte et es bueno de oso en invierno. Valverde sitúa el paraje en el “extremo noroeste de la sierra de Agudo, al sureste de Tamurejo”, aunque afirma no haber identificado la Cabeza del Águila (Valverde, 2009). El sigpac registra un peñón del Águila en la sierra de Siruela, flanqueando el puerto de Garlitos por el Oeste. Hace siglos que los osos dejaron de verse por estos parajes, pero cualquiera que conozca la zona reconocerá su idoneidad para organizar una montería si las tierras no pertenecieran a pueblos, provincias y, además, comunidades autónomas diferentes. 

Mapa 1.- Localización de asentamientos de época musulmana (Lares, Minerva y San Blas) y comunicación visual Capilla-San Blas mediante el puerto de Garlitos.
        Un siglo antes, en 1314, se fecha la Carta de donación de la Tierra de Siruela, que incluye una delimitación minuciosa de lo que fuera ese territorio: …e del arroyo del Castaño por cima de la sierra fasta el puerto de Navafermosa, como salen las veredas, dende e va por el valle e el arroyo Coneyero, e dende arriba en derecho fasta el castiello que dicen de Tamur, aguas vertientes, fasta las aguas de Guadalemar. Los topónimos mencionados en el documento no son díficiles de localizar en la actualidad; al oeste del puerto de la Almagra, el sigpac registra el Valle del Castaño, recorrido por el actual arroyo  Horcajuelo; así mismo, El Libro de la Montería recoge un arroyo del Castaño que, según  Valverde, se corresponde con el valle del Castaño; el puerto de Navafermosa podría referirse al actual puerto Viejo o de Garlitos,  pues es hito de los términos de Garlitos, Siruela y Baterno, y también paso de vereda; finalmente el arroyo Conejero parece identificarse con el actual arroyo Casavieja, que al dejar el deslinde Siruela-Baterno se transforma en nuestro Valdelirios y, en otros tiempos, separó la Tierra de Siruela (Siruela y Tamurejo) del Estado de Capilla (Baterno). 

Mapa 2.- Localización de asentamientos musulmanes en Puertopeña (hisn al-Sajra) y Sierra del Algibe (hisn Murus). Los exágonos rojos designan los pasos de las vías de comunicación con el Norte; al Oeste el boquerón del Guadalemar en el camino Mérida-Toledo, al Este el paso Córdoba-Toledo, flanqueado por el morro de los Gutiérrez y La Morra.
En cuanto al castillo de Tamur, necesariamente ha de identificarse con el hisn que se ubicó en el extremo más occidental del cerro de San Blas (actual sierra del Altambud), pues, desde la sierra de Siruela hasta el boquerón del Guadalemar,  no existe ningún otro lugar idóneo para emplazar una fortaleza. En esa fecha el baluarte todavía debía conservar bien visibles buena parte de sus edificios y fortificaciones. El asentamiento ofrece una excepcional comunicación visual con hins al-Ars (peñón de Lares) y con cualquier fortificación que se hubiera erigido en la sierra de Siruela (mapa 1); hisn al-Ars, atribuida a la kura de Mérida, se convirtió en una plaza importante a fines del emirato y comienzos del califato con la función de vigilar los vados del Zújar y el paso hacia Córdoba (Franco Moreno, 2005); la recta que separa Lares de San Blas ronda los 26 kms. La conexión también es excelente con Puertopeña (hisn al-Sajra), ubicado en el trazado del camino Évora-Mérida-Toledo por Calatrava (Franco Moreno, 2005). En el mismo itinerario se hallaba hisn Murus, unos 35 km. al norte y visible desde de San Blas por encima de la sierra (La Solana) que cierra el valle del río Agudo por el Norte (mapa 2). Así mismo, el hisn de San Blas, San Miguel, sierra de Tamur o como quiera que se llamara en época musulmana, custodiaría  los pasos septentrionales de los caminos de Córdoba  a Toledo y de esta ciudad a Mérida (mapa 2); finalmente proporcionaría vigilancia y protección a las pequeñas alquerías (los villares) diseminadas por la actual dehesa de Agudo, cuando las tropas cristianas asomaran por los senderos que, flanqueando La Solana, comunicaban estas tierras con Toledo y el Norte.
Los datos aportados parecen corroborar que el paraje conocido en Agudo como  San Blas constituye un testigo relevante en el devenir de la zona y que, durante un tiempo impreciso, llevó el nombre de sierra de Tamur; así mismo, no ha podido constatarse que, antes de ahora, el sitio se haya denominado sierra del Altambud. Resulta irónico que una deficiente interpretación (altambud) de una palabra ortográficamente incorrecta (altambuz), que constituye, a su vez, el germen de  una fábula de hace poco más de cien años (sierra del Altambuz), haya conseguido desbancar los topónimos que, durante siglos, ha adoptado un lugar tan emblemático como el que nos ocupa. No es insólito que una parte de la población haya asumido como reales unos cuentos concebidos por la imaginación de unos pocos moros y soldados  desocupados en los cuarteles militares del norte de África, pero produce cierta inquietud que oficialmente se hayan aceptado sin más.  Sierra del Altambud no es la única modificación infundada, que se constata en las ediciones recientes del MTN, en el término municipal de Agudo; quizá no sería mala idea que el ayuntamiento mostrara algún interés en intentar subsanarlo o, cuando transcurran unas pocas décadas, la toponimia agudeña será totalmente ajena al devenir de la localidad.

Foto 2.-Asentamientos y accidentes geográficos en el entorno de Tamurejo.
Un proceder bien distinto demuestra nuestro vecino Tamurejo, interesado en esclarecer sus orígenes y su pasado. La reciente publicación Tamurejo en el Horizonte  manifiesta que el vocablo Tamur, de origen árabe, equivale a “el morro” en la documentación medieval. Carezco de información para  refutar semejante afirmación, aunque  resulta  difícil aceptar que San Blas, cuyos 825 m. de altitud aventajan claramente a los 640 m. que exhibe el cercano morro de Tamurejo, hubiera tomado nombre de un accidente geográfico tan insignificante en el conjunto del territorio circundante (foto 2). Desde el punto de vista estratégico, indispensable en los tiempos previos a la conquista cristiana, el Morro de Tamurejo careció de la entidad necesaria para constituir un enclave relevante  en un espacio dominado visualmente por la sierra de Siruela con una cota máxima en La Motilla  (940 m.), el peñón del Castillo (785 m.) de Garbayuela o el mencionado San Blas. Las investigaciones en la zona durante el periodo de dominación musulmana y los comienzos de la ocupación cristiana apenas si han comenzado, pero la mera observación del terreno permite deducir que el término de Tamurejo no jugó un papel destacado en la época. Sin cotas elevadas, que permitieran en control  visual y la defensa, cabe colegir que de existir algún hábitat humano no superaría la categoría de alquería dependiente del hisn constatado en el cercano cerro de San Blas. De otro modo, en la Carta de donación de 1314 se afirma que el castillo de Tamur constituye el límite de la Tierra de Siruela por lo que, si Tamur se correspondiera con el Morro, Tamurejo habría formado parte del Campo de Calatrava y esto no sucedió.
  Tamurejo constituyó el asentamiento conocido más oriental —la ubicación del despoblado de Valconejero permanece inédita— de lo que se denominó la Tierra de Siruela  y dependió, hasta comienzos del siglo XVIII, de la población del mismo nombre. Se ignoran las razones reales por las que los detentadores de la Tierra de Siruela decidieron crear un emplazamiento en este punto, aunque, seguramente, no sería ajena la necesidad de recordarle a la poderosísima Orden de Calatrava donde finalizaba el campo de los unos y comenzaba la tierra de los otros. En esta zona del Campo de Calatrava, el deslinde de la Orden, incluido en la confirmación de la donación fechada en 1188,  parece adaptarse a un viejo camino musulmán, que corría de Córdoba a Toledo —su trazado coincide con los posteriores caminos de Toledo y viejo de Agudo a Almadén—; así mismo, la demarcación de la Tierra de Siruela, en la parte que afecta al término municipal de Agudo, se acopla a la vereda que arranca de la cañada segoviana en el boquerón del Guadalemar y corre hasta el puerto de Garlitos.  Entre ambos deslindes quedó una tierra de nadie, que se corresponde con el tercio occidental de la actual circunscripción de Agudo.  En los tiempos de dominio musulmán, esta tierra de nadie habría estado vigilada y protegida desde el hisn de San Blas y, además, contenía las únicas explotaciones agropecuarias del periodo documentadas en el territorio agudeño. Cabe suponer que la Orden, cuando estableciera contacto con estos parajes y comprobara  el modo en que estaban articulados, trataría de ocupar un lugar dominante que le permitiera algún tipo de control sobre una región que proyectaba gobernar; la hipótesis no resulta desatinada y parece explicar el hecho de que aproximadamente un tercio de la jurisdicción de Agudo irrumpa en lo que debería ser tierra extremeña.
Que, al menos, la zona más oriental el término actual de Agudo corrió en época musulmana la misma suerte que lo que los repobladores cristianos denominarían la Tierra de Siruela, resulta indiscutible; que el enclave de San Blas jugó un papel fundamental para que la mencionada zona se integrara en los dominios calatravos y, con ello, en la actual provincia de Ciudad Real en lugar de hacerlo en la de Badajoz  parece muy razonable. En cuanto al término municipal de Tamurejo, aldea dependiente de Siruela hasta el siglo XVIII, no posee las características físicas  precisas donde situar un castillo de Tamur o una sierra del mismo nombre; para cuando los vigilantes de una hipotética torre construida en la cima del Morro avistaran a los posibles invasores, éstos habrían arrasado muy cómodamente buena parte de los villares de la dehesa de Agudo y unos pocos más del actual término de Siruela.

Agradecimientos: 
A Salva Jiménez, que me dio a conocer la existencia de un documento del AHN, donde se incluía un boceto de la Dehesa de Agudo y la sierra de San Miguel.
A Rafi Cabello, de Siruela, que puso a mi disposición una copia del memorial del pleito de la villa de Siruela con el conde del mismo nombre.

Bibliografía:
-Cabello Caja, R. y Martín Nieto, D. (2012): “Aproximación a los despoblados cercanos a Siruela” en Mesta, Trashumancia y vida pastoril.  IV Encuentros de Estudios Comarcales (SISEVA). Pp.397-426; Diputación de Badajoz.
-Díaz Gil, Fernando (2012): “1314, en torno a la donación de Siruela de la Orden de Alcántara” en Mesta, Trashumancia y vida pastoril.  IV Encuentros de Estudios Comarcales (SISEVA). Pp. 125-140; Diputación de Badajoz
-Franco Moreno, Bruno (2008): De Emerita a Marida; el territorio emeritense entre la Hispania gothorum y la formación de Al-Andalus (s. VII-X). Tesis doctoral dirigida por P. Mateos Cruz y P. López Pita. UNED.
http://digital.csic.es/bitstream/10261/139718/1/tesisemerita.pdf
-Franco Moreno, Bruno (2005): “Distribución y asentamiento de tribus bereberes (Imazighen) en el territorio emeritense en época emiral (S. VIII-X)”. Arqueología y territorio medieval, nº 12, 1. Universidad de Jaén.
-Franco Moreno, Bruno (2004): “Territorio y poblamiento en la Küra de Märida durante el emirato Omeya (s. VIII-X/II-IV)”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medieval, nº 17. Madrid, UNED.
-Gibello Bravo, Víctor M. (2008): El poblamiento islámico en Extremadura. Territorio, asentamientos e itinerarios. Agencia Extremeña de la Vivienda, el Urbanismo y el Territorio, Mérida.
-Valverde, José A. (2009): Anotaciones al Libro de la Montería del rey Alfonso XI. Ed. de la Universidad de Salamanca.
[La cartografía se ha tomado del sigpac; las anotaciones son mías. Se ha omitido una parte de la bibliografía utilizada con el fin de no dilatar excesivamente el tamaño del texto].