La fuente de la plaza. De restauración a parcheado sin acabar


Aunque algunos gobernantes, de los que han ocupado la alcaldía en las últimas décadas, declaren públicamente que Agudo carece de monumentos, el Inventario de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha sí registra un conjunto de edificaciones, asentamientos, etc. en la localidad, entre los que se incluye la fuente de la plaza.


La inclusión de una obra en el Inventario de Patrimonio Cultural implica que cualquier intervención realizada en el monumento deberá ser autorizada por la Junta. El propietario del monumento (el ayuntamiento) deberá aportar un estudio donde se incluirá la justificación de la intervención, el estado de conservación y las causas que inciden en su deterioro, propuesta técnica de la actuación, efectos de la intervención, programa de mantenimiento y conservación, entre otros requerimientos. El ente competente (el ayuntamiento) deberá impedir que se realice una intervención en el monumento sin contar con la autorización de la Junta.
Cualquier intervención ha de seguir los siguientes criterios: una mínima intervención a fin de asegurar la conservación y la transmisión de los valores del monumento; se respetará la información histórica y las características fundamentales del monumento, así como las aportaciones realizadas en  distintas épocas; se evitarán los intentos de reconstrucción innecesarios, entre otras medidas.


La intervención llevada a cabo en la fuente por el ayuntamiento de Agudo se ha saltado todas las pautas contenidas en la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha, dando muestras de un desinterés absoluto por ese patrimonio que, desde Facebook, presume  de esforzarse en proteger, cuando no se ha preocupado ni por prevenir que todos los años un grupo de futboleros la dejen hecha un ecce homo.
Los esfuerzos del consistorio deberían haberse orientado a evitar el periódico pintarrajeado que, desde hace ya más de quince años, soporta un monumento con más de un siglo de antigüedad. Que las sucesivas corporaciones municipales hayan tolerado estos actos vandálicos durante tanto tiempo es la prueba más evidente de  su indiferencia por la cultura y el patrimonio.
Otro indicio de la desidia oficial por nuestra herencia cultural es el tratamiento que está sufriendo la fuente desde finales de octubre del pasado año, cuando comenzó la tan anunciada restauración. A mi modo de ver, el monumento únicamente necesitaba un decapado de las numerosas manos de pintura, que había acumulado durante estos años de barbarie y dejadez, y la aplicación de un nuevo revestimiento, que la protegiera de los rigores climatológicos. Esa intervención tan simple habría concluido en unos pocos días, habría ahorrado un dinerito a las arcas públicas y los vecinos habrían continuado llenando sus garrafas sin apenas percatarse de nada (a día de hoy los chorros llevan 7-8 meses sin correr); pero el ayuntamiento se propuso rizar el rizo, embarcándose en un proyecto que, a la vista está, le quedaba muy grande y, a lo que parece, no sabe cómo concluir. Ha cambiado de restauradores, de acabados, ha hecho uso de una radial para cortar por lo sano, ha parcheado la cesta del muñeco, ha impermeabilizado una pileta centenaria con un producto de color amarillo y no ha resuelto la chapuza del desaguadero, entre otras pifias. A tenor de los resultados, quizá nuestro ayuntamiento pueda entender que recele de su esfuerzo en el mantenimiento de nuestro patrimonio y que, además, tenga serias dudas de que podamos transmitírselo a las generaciones venideras.