El Almacén del Trigo. Dos años después


A Nuestra Señora de París, porque hoy no podría ser de otro modo


      [En la Semana Santa de 2017 unas pocas personas concienciadas con la conservación de los recursos culturales, naturales, etc. de nuestra localidad decidimos crear una cuenta en Facebook a fin de hacer oír otros puntos de vista en torno a unas actuaciones oficiales incoherentes, improvisadas y carentes de sentido. Se nos instó a que esperáramos a ver los resultados antes de protestar, pero un año después de la rumbosa inauguración oficial hemos de reconocer que nuestros peores augurios se han hecho realidad.
      A estas alturas nadie puede dudar que se ha despilfarrado un dinero público en unas instalaciones absurdas y sin funcionalidad reconocida (cabe suponer que se está dejando pasar el tiempo para destinarlo a lo que ya anunciamos: salón de bodas, bautizos, comuniones y eventos similares).
      Se inauguró con un acontecimiento gastronómico (vino español) y una exposición fotográfica instalada de cualquier modo sobre unos cables colocados a la carrera (en la próxima exposición habrá que sustituirlos por otros adaptados a las medidas de las obras exhibidas).
      Acogió la presentación de un libro donde no pudimos escuchar a la autora porque la acústica del lugar (pensado para almacenar trigo) no reúne las condiciones necesarias; los siguientes actos de este tipo organizados por el ayuntamiento han tenido que volver al salón de plenos o al parroquial.
      En los paseos culturales, que realiza Afammer-Agudo, se solicitó el acceso al interior, pero el ayuntamiento no lo permitió alegando que se había depositado allí el material de la Semana Acultural (la posibilidad de otra zona más de almacenaje también se tuvo en cuenta en la cuenta de Facebook mencionada). En esa Semana Sin Cultura fue utilizada para cuatro horas de pilates-yoga (recordar al ayuntamiento que cuenta con un repertorio de instalaciones deportivas nada desdeñable entre las que se incluyen un gimnasio, un polideportivo y una nave para usos varios junto al embarcadero).
      El último uso que conozco fue un mercadillo solidario incluido en el  programa oficial de actividades de Navidad. Supongo que se montó allí por tratar de justificar la inversión realizada en el edificio. Ese mismo acto podría haberse realizado en el salón municipal.
      La falta de uso se ha intentado excusar con la ausencia de climatización, aunque el edificio ha permanecido abierto más de un año (Primavera, Verano, Otoño e Invierno) por lo que en algún momento de este periodo Agudo habrá contado con la temperatura adecuada. Pero, a mi modo de ver, esa falta de uso responde únicamente a la carencia de ideas y de iniciativas culturales factibles por parte de las personas encargadas de gestionar los recursos culturales locales, que han desaprovechado un montón de dinero en un proyecto disparatado. Afortunadamente, los daños en la fábrica original no parecen irreversibles y no debemos perder la esperanza de que, algún día, Agudo contará con unos gobernantes más prudentes.
      [El texto y las fotos que se insertan a continuación son obra de Raquel Ramiro y corresponden, en buena medida, al tríptico que ella realizó para los Paseos Culturales organizados por Afammer-Agudo].


      Ha pasado tiempo desde que comenzaran las obras de intervención en el Almacén de Trigo de Agudo y nos parecía que este mes de abril, podría ser buen momento para recordarnos algunas cosas. 


      La intervención pública de regulación de los mercados arranca en España a principios del siglo XX. El año 1932 hubo un excedente en las cosechas de trigo en el país, lo que provocó una importante caída de precios, afectando directamente a pequeños productores trigueros. Es por tanto en estos años, durante el gobierno de la II República (1931-1939) cuando se redacta el decreto que anuncia  la creación de los primeros silos cooperativos oficiales. Con la Guerra Civil (1936-1939) se retrasa su configuración, pero es llevada a cabo y asumida finalmente por la dictadura franquista. En 1937 se crea el Servicio Nacional de Trigo (SNT) que se convertiría después en Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA). Nace así la Red Nacional de Silos y Graneros (RNSG) como red de silos públicos distribuidos por todo el territorio español. Consolidándose por toda nuestra geografía y siendo aún visibles, fueron obras llevadas a cabo por ingenieros agrónomos durante 50 años (1940-1990), con la intención de regular el mercado triguero y garantizar el abastecimiento de alimento a la población.  Entre estos años se construyen en España casi 1000 construcciones, de las que 667 son silos y 281 son graneros.


       Dentro de la RNSG se concibieron tres grandes grupos de silos bien diferenciados; (1) silos y almacenes de recepción, cuyo objetivo era absorber el cereal y conservarlo hasta su venta, se encuentran cerca del agricultor y las cosechas. Los silos de tránsito y reserva (2), con mayor capacidad, situados en centros ferroviarios con maquinaria más sofisticada, y finalmente los (3) silos de puerto, que regulaban la exportación e importación del grano. Se establecieron dos grandes grupos; los silos como construcciones de mayor envergadura y los graneros que solían ser construcciones auxiliares y de menor capacidad. Podemos encontrar un total de 35 tipologías diferentes (Azcárate, 2006) de silos y 6 tipos más  de graneros.
     El Almacén de Trigo de Agudo es uno de estos graneros construidos en aquellos años, concretamente en 1957 como tipología G60. Es un granero denominado de tipo G al ser un granero horizontal con capacidad para 60 los vagones de trigo que era lo que podía almacenar, lo que correspondía con 600 toneladas de trigo.
       En 1989, de los 242 graneros que había construidos en España, tan solo 44 son similares al de nuestra localidad. Castilla- La Mancha y concretamente Ciudad Real es una de las provincias mejor dotadas en cuanto a edificios de la red, así en este mismo año encontramos un total de 65 graneros en CCLM, siendo 12 de ellos tipología G60 similar al de Agudo.  Dentro de la provincia de Ciudad Real anotamos solamente 4 similares; Alcoba de los Montes, Horcajo de los Montes, Saceruela y Agudo.
      Muchos de estos edificios se encuentran hoy en un estado de deterioro avanzado, como hemos podido comprobar en las imágenes rescatadas, siendo el de Agudo uno de los que mejor estado de conservación presenta, quizá porque se ha mantenido en el olvido y ha pasado desapercibido durante muchos años. El patrimonio industrial es uno de los patrimonios de valoración reciente, que rompe los esquemas de la idea de patrimonio histórico artístico tradicional a la que estamos acostumbrados.  De ahí, que estos edificios sean también de los más vulnerables a transformaciones y estén todavía poco considerados socialmente. En los últimos años, son muchos los expertos que están apostando por poner en valor todos estos edificios que nos hablan de la memoria del trabajo y de los cambios productivos que hemos tenido como sociedad, para que sean valorados como seña importante de nuestra cultura. 



        La foto superior ilustra sobre la concepción del espacio y el uso de las formas simples, despojadas de ornamento, que caracterizan a la arquitectura industrial.
     Todas estas construcciones son obras diseñadas por ingenieros, de ahí que se note la infinita funcionalidad de los espacios, que buscaban resolver el almacenamiento de las cosechas de la forma más simple y económica posible. La sinceridad estructural es una de las claras características de silos y graneros, en los que destacan las formas coherentes y limpias, simples y desnudas de ornamento propias de los edificios industriales.
      Aunque aparentemente invisibles han jugado un papel muy importante a nivel nacional hasta la década de los 80. Con la entrada de España en la Unión Europea se inaugura el libre comercio y el papel del SENPA pasa a ser marginal, lo que provocó que la red quedase prácticamente obsoleta y su funcionamiento fuera insignificante. Muchas de estas construcciones fueron abandonadas, alquiladas a agricultores y posteriormente cedidas a los propios ayuntamientos.
  


       En 2017 el Ayuntamiento de Agudo decidió acometer obras de rehabilitación en el edificio, ya que verdaderamente la cubierta se encontraba en muy mal estado. Aprovechando la ocasión, se planteaba además una intervención mayor, la “adaptación de silo a salón de usos múltiples”. No era la primera vez que desde el consistorio se ponía la vista en el almacén de trigo, años atrás se había planteado la posibilidad de adecuarlo para espacio escénico y de reunión, pero finalmente la idea no se llevó a cabo.
       En esta última intervención el uso no estaba definido, aunque podemos sospechar que lo habían preconcebido como otro edificio más para celebraciones de bodas, bautizos y comuniones. Puedo asegurar que las obras tampoco estaban bien definidas, se iniciaron con un proyecto de partida apenas trabajado e incompleto, lo que se tradujo en una intervención apresurada, descontrolada y que ha borrado toda huella del pasado histórico, que hace imposible la lectura correcta del edificio.  El desconocimiento y la falta de interés por comprender el edificio y su historia, tanto por parte de técnicos como de dirigentes políticos, se han visualizado en la falta de sensibilidad a la hora de acometer el proyecto. Desde aquí, me gustaría decir que hice lo posible por explicarles que  había que intervenir de otra manera y que, había que valorarlo como parte del escaso patrimonio que aún conservamos en Agudo, pero mis intentos no fueron de su agrado.
       Se demolieron las dos escaleras originales, la garita de control y el muelle interior, aunque sí conseguimos que se abandonara la idea de romper el muro de piedra en fachada para hacer una puerta de grandes dimensiones, y que se trasladaran la posición de baños y cocina, conservando dentro de lo posible la espacialidad interior.
       Tengo que explicarlo por si en algún momento no se entendieron o se tergiversaron mis palabras. Por mi parte, la intención no era imponer un proyecto concreto (nada más alejado de la realidad), la demanda real era para hacer entender que el Almacén de trigo era una parte importante de la historia de Agudo, al ser uno de los pocos ejemplos de patrimonio industrial que aún tenemos, que nos explica como pueblo y nos habla de nuestro pasado productivo, que debía tratarse e intervenir de otra manera. También en el espacio exterior, donde encontramos uno de los pocos empedrados originales del pueblo, y que continúa siendo ignorado.
       Hubiera resultado conveniente documentar el estado original del edificio antes de que lo modificaran, que es lo que se debería haber hecho, pero llegamos tarde; las obras estaban iniciadas y apenas si tenemos algunas fotos que nos muestren esa realidad anterior.
       Me hubiera gustado que para decidir el uso, se hubiera abierto un espacio de participación y diálogo con la gente de aquí,  para que pudiéramos decidir conjuntamente qué necesitábamos en nuestro pueblo y como queríamos construir ese espacio público. Pero ambos alcaldes decidieron que era innecesario, tal vez porque en su ideal político el concepto de lo público se les queda grande, es tan amplio y profundo que se les escapa y siguen pensando en clave autoritaria. No han comprendido que las reglas del juego están cambiando y que la ciudadanía quiere participar y tiene cosas que aportar. Aún no entienden que lo público engloba lo que es de todos, que son únicamente representantes elegidos (hasta que los votantes decidan cambiarlos), pero que eso no les da libertad total para hacer con los bienes públicos lo que se les antoje. Porque dar explicaciones cuando se les piden les molesta, les molestan las preguntas y que simplemente quieras información. Tanto es así, que sigo sin recibir respuesta de la última información solicitada en aquellas fechas, que debiera ser de acceso público.


       La  fotografía superior es un montaje de elaboración propia en el que se ha utilizado una fotografía del granero de Agudo (abril de 2017) realizada por Isabel Cabrera y otra de Luis Díaz Díaz (2015) perteneciente al edificio de Almenar de Soria.
      Se ha realizado este montaje fotográfico para tener una perspectiva interior completa del estado previo a las obras. Sin embargo, ya que no hemos podido realizar un reportaje fotográfico completo desde el interior porque el paso está reservado, solamente la parte de la cubierta pertenece realmente al almacén de Agudo, la parte inferior corresponde a una fotografía rescatada del almacén similar de Almenar de Soria.
     A pesar de que las obras están acabadas, de que tuvimos  una inauguración con “bombo y platillo” y su vino español correspondiente, el edificio sigue cerrado al público habitualmente y el uso está restringido para las ocasiones que decida la corporación municipal.
     El pasado mes de agosto, tuvo lugar una de las rutas de los Paseos culturales promovidos desde la asociación de Afammer-Agudo, en las que un grupo de mujeres nos acercamos un poco más a la realidad de este edificio. Sin embargo, tuvimos que hacerlo siempre desde el exterior, ya que, desde el ayuntamiento se decidió no permitirnos el paso a este edificio público, quizá por considerarnos demasiado peligrosas. Una oportunidad perdida por su parte, para promover la cultura y el interés por la misma. 


      La fotografía superior muestra la huella de la escalera abovedada original y una planimetría basada en otros graneros similares.
   En la planimetría original podemos  entender que consistía en un muelle de descarga que comunicaba exterior e interior, un gran volumen interior en el que se almacenaba todo el cereal y una pasarela que recorre el perímetro a la que se accedía desde dos escaleras. En el interior había pocas particiones, únicamente un cuarto de control dejando el resto para almacenaje, con una única puerta de acceso. Constructivamente hablamos de un edificio de gran volumen, aproximadamente de 27.5x11.6m (8.5m de altura en cumbrera) con más de 300 m². Cuenta con sólidos muros de piedra de sección escalonada, con 80cm en su base hasta 40cm en cabeza del muro, que funciona como muro de carga. La cubierta está formada por cerchas prefabricadas de hormigón que aportan singularidad al edificio, con tirantes metálicos sobre los que apoya el forjado de cubierta. 



      No he querido finalizar esta galería de imágenes sin incluir un montaje virtual del espacio interior y del entorno inmediato, donde imaginamos otra intervención posible.
      Resulta obligado mencionar que el empedrado de delante de la fachada principal forma parte del proyecto original y, además, es la única muestra conservada en la vía pública. Integrar ambos espacios y acondicionarlo con algunos bancos y árboles de sombra que no escondan la visión del edificio, hubiera sido una opción oportuna y coherente.


      Han pasado ya dos años desde que empezaron las obras y uno desde que se inaugurara, y tenemos sentimientos encontrados. Por una parte, somos conscientes de que los resultados podrían haber sido peores y no podemos sino estar contentos porque conseguimos que las obras no fueran tan agresivas. Además, se acometieron las reparaciones de cubierta y limpieza de fachada prevista, importante para su conservación. Sin embargo, el edificio ha perdido parte de su originalidad y continúa cerrado y sin uso real.  
     Es el espacio público  lo que hace ciudad, donde nos encontramos colectivamente y donde la sociedad se hace visible. Contamos con muy pocos espacios públicos de calidad en Agudo en los que podamos relacionarnos y construirnos culturalmente juntos como pueblo. Quiero pensar que, quizá, todavía el Almacén de Trigo pueda ser uno de estos espacios, donde pudiéramos disponer de un buen local de biblioteca, de mesas de trabajo o de estudio, reunión, lugar de exposiciones o museo. Quizá. Un espacio cultural abierto que dé opciones a ser usado y aprender en colectividad. Quizá también un archivo documental que recoja nuestra cultura popular. Porque estamos faltos de relatos, textos y catálogos que nos expliquen nuestros bienes patrimoniales culturales y naturales, saberes y costumbres. Porque quizá nadie todavía ha destinado recursos y energías para formarnos en cuidar la identidad como municipio. Porque seguimos faltos de ese relato compartido y es imposible valorar y proteger lo que no conocemos.
      Puede que no pase.
      Puede que todavía estemos a tiempo de conseguir ganar este espacio para el común.


      Bibliografía:
-Azcárate Gómez, César (2008). “Los silos de cereal en España. ¿Arquitectura? Industrial en la España rural”. En: Actas del congreso internacional “Arquitectura, ciudad e ideología antiurbana”, 14 y 15 de marzo de 2002, Pamplona. Pamplona: T6 Ediciones, pp.55-62.
-Azcárate Gómez, César (2009): Catedrales olvidadas. Pamplona, T6 Ediciones.
-Barciela López, Carlos (2007): “Ni un español sin pan”. La Red Nacional de Silos y Graneros. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza.
-Borja, Jordi y Muxí, Zaida (2003): El espacio público: ciudad y ciudadanía. Barcelona, Electa. 
-Nuñez Mayo, Oscar (1957). “Red Nacional de silos”. En Temas Españoles, nº 292, pp.3-29
-Mateo, C.; Salamanca, D. y Landi, S. (2010). Mapa de silos y graneros en España en Silos y graneros [en línea] disponible en https://silosygraneros.es/ [consultado 12 de diciembre de 2018]

      Procedencia de las imágenes:
Imagen número tres: elaboración propia basada en https://silosygraneros.es
Imagen número cuatro: Azcárate Gómez, César (2009):Catedrales olvidadas. Pamplona:T6 Ediciones
Imagen número cinco: elaboración propia basada en una fotografía de autor anónimo
Imagen número seis: elaboración propia basada en el interior del granero de Boceguillas (Segovia) y fotografías originales de autor anónimo.
Imagen número ocho: elaboración propia basada en fotografías de Isabel Cabrera y Luis Díaz Díaz.




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