Los recursos locales. Un expolio tolerado


         Se está convirtiendo en una costumbre muy desfavorable para nosotros que otros municipios hagan uso de nuestros recursos mientras aquí nos dedicamos [rectifico: se dedican] a fomentar elementos tan ajenos a nuestras tradiciones como son las fiestas rocieras o el traje regional de dios sabe dónde.
         En la web de la comarca de Almadén resalta la ausencia una sección sobre de Agudo. Cabe suponer que existe una razón para ello, tal vez nuestra localidad decidió no participar en el proyecto y, por ello, quedó al margen; si así fuera, no acierto a comprender por qué se está utilizando el patrimonio de Agudo para promocionar una demarcación territorial donde esta villa no está contemplada. Hasta donde yo he verificado, en el capítulo de rutas aparece una denominada Agudo/La Puente/San Blas, cuyo recorrido no necesita más explicaciones para que cualquier convecino se sitúe; en la descripción del circuito se menciona el municipio, puesto que forma parte de la propia ruta. Más atrevida parece la utilización de una espectacular fotografía de San Blas en el apartado de flora y fauna; la instantánea, con número de orden 9, se muestra sin leyenda ni ningún otro dato que pueda identificarla salvo que se conozca el paraje. La serie consta de sesenta imágenes más y, a tenor de lo observado, no es imposible que haya alguna otra de nuestro término municipal. Así pues, resulta evidente que no se han tenido reparos en usar los haberes de Agudo para publicitar un territorio donde Agudo no está contemplado.

         Las últimas ediciones del MTN denominan sierra del Altambud al cerro amesetado donde se ubica la ermita de San Blas y San Miguel, aunque popularmente los agudeños la han denominado La Sierra sin más. A lo que parece, este paraje se ha distinguido como sierra de San Miguel desde, al menos, el siglo XVII; con este nombre se menciona todavía en Tamurejo y existen algunos documentos que refrendan el apelativo. Me contó Salva Jiménez que el AHN conserva un texto con un boceto de parte del término municipal, donde figuran la sierra de San Miguel y la ermita del mismo nombre; si no recuerdo mal, el documento tenía fecha de mil seiscientos y pico. También se cita la sierra de San Miguel en el libro de cuentas de la cofradía del Rosario, en nota de la segunda mitad del siglo XVIII, y en la primera pregunta del cuestionario de Tamurejo, contenido en el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791. Desconocemos la fecha en la que la sierra tomó el nombre de San Miguel, pero, en la primera mitad del siglo XIV, en El Libro de la Montería se menciona la sierra de Tamur, que Valverde sitúa en el “extremo noroeste de la sierra de Agudo, al sureste de Tamurejo”. Los datos recabados avalan sin lugar a dudas la incongruencia del actual nombre adjudicado  a este lugar que, además, se exhibe en el cartel oficial situado junto a la ermita. 

 Un proceder bien distinto demuestra nuestro vecino Tamurejo, interesado en esclarecer sus orígenes y su pasado. La reciente publicación Tamurejo en el Horizonte  atribuye a su conocido morro el histórico topónimo Tamur sin tener en cuenta que esta pequeña elevación careció de relevancia estratégica en el conjunto de la zona. Así mismo, en la Carta de donación  de Siruela (1314) se afirma que el castillo de Tamur constituye el límite de la Tierra de Siruela por lo que, si Tamur se correspondiera con el morro de Tamurejo, esta población habría formado parte del Campo de Calatrava y esto no sucedió. Produce cierta desazón que Tamurejo, sin pruebas que lo corroboren, se atribuya un topónimo musulmán que tiene todos los visos de corresponderse con San Blas, mientras que Agudo, desdeñando su pasado, se inventa una denominación incoherente y ficticia.

      Otro asunto entre Tamurejo y Agudo es la fuente de la Venta. Hace unos años tuve oportunidad de consultar unos documentos sobre los deslindes del término municipal, que posee el ayuntamiento de Agudo. Tomé notas de las mojoneras entre Siruela-Tamurejo y Agudo desde 1668 a 1889, donde los contemporáneos expresaron con nitidez la propiedad compartida de la fuente y de los abrevaderos; el documento de 1688 dice que Visitóse la fuente del collado en la cual parte de las concordias antiguas que tienen ambos concejos y las que de nuevo [falta aproximadamente media línea] en que el agua de dicha fuente y sus abrevaderos quedarán comunes para ambas villas de Siruela [en ese momento Tamurejo era aldea de Siruela y era esta población la que tomaba las decisiones importantes] y Agudo y se puso mojón por cima de la dicha fuente y otro por bajo della y dieron se por visitados dichos mojones que hay después la dicha fuente del Collado hasta la jurisdicción de Capilla. Confirmaron y aprobaron la dicha visita y refrendación de dichas mojoneras y mandaron… Cuando visité la fuente solo existía el mojón del lado de Agudo, lo que coincide con el deslinde actual, que deja en el lado de Tamurejo la fuente, el área de los abrevaderos e incluso el cordel que lleva hacia el puerto Viejo. Así pues, en el tiempo transcurrido entre el deslinde de 1889 (aceptado por ambas poblaciones) y el actual, Agudo ha perdido unas hectáreas de su término municipal y Tamurejo las ha ganado.

       El hoy denominado Camino de Guadalupe, que en buena medida sigue el trazado del antiguo Camino Real de la Mancha a Extremadura o la Cañada Real de Merinas (según convenga), irrumpe en el término de Agudo por el puerto de Sancho Rostrillos aunque, atendiendo al cartel que corona el paso, ahora se denomina puerto de las Amoladeras. No he conseguido descubrir la identidad del autor o autores del cambio de nombre, ni las razones que lo han motivado, ni conozco documento alguno que lo avale. Como puerto de Sancho Rostrillos se reseña  en el cuestionario de Saceruela, contenido en las Relaciones de Felipe II (1575), y con el mismo nombre continúa en 1901, según certifica el archivero de la Asociación General de Ganaderos del Reino. Trescientos veintiséis años separan la ejecución de unos documentos  que avalan la veracidad un apelativo  que los agudeños continúan utilizando y que aún se mantiene en un paraje y un arroyo próximos; ha sido necesaria la intervención de personas desconocedoras de la toponimia local y la indiferencia de Agudo para tirar por la borda un legado mantenido durante siglos, puesto que la permanencia del cartel en el lugar y su inclusión en el MTN harán que en pocos años nadie recuerde la denominación original.
Desde Saceruela a Agudo, el citado Camino de Guadalupe sigue la Cañada Real de Merinas, deja el pueblo por el actual camino de Santana y abandona el término por el boquerón del Guadalemar; ninguno de los tramos aludidos se corresponde con el genuino Camino Real de la Mancha a Guadalupe, que se menciona en un documento del AHN, transcrito por Salva Jiménez y publicado en su blog, por lo que el poso histórico que se pretende atribuir al nuevo Camino de Guadalupe no parece tener mucha consistencia. En el proyecto Itinere 1937 (https://logrosanaldia.net/2009/11/23/todos-los-camino-llevan-a-guadalupe/) denominan Camino de la Orden del Sácer o del Sur al trayecto Saceruela-Guadalupe y, más recientemente, también se menciona en otras publicaciones con ese nombre ( Downloads/Dialnet-CaminoRealDeGuadalupeYViasPecuariasEnLaProvinciaDe-6846957.pdf). Saceruela puede inventarse un pasado tan glorioso como le convenga, pero la ruta de peregrinación a Guadalupe ya estaba bien transitada cuando ellos decidieron sumarse al evento hace menos de dos décadas. Hasta donde alcanza la memoria las gentes de Agudo han venerado a la Virgen de Guadalupe, que todavía se sigue celebrando en la localidad con misa, procesión y ramo a pesar de que una corporación municipal desdeñosa con la tradición decidió eliminar la fiesta. Ya sea andando o en vehículo de motor, ya sea por los viejos caminos o por carreteras más modernas, muchos vecinos de Agudo han frecuentado un camino donde nunca coincidieron con saceruelenses. En cuanto a la Cañada Real de Merinas, era ya una ruta transitada cuando  Alfonso X, el Sabio, en una fecha tan temprana como 1273, creó el Honrado Concejo de La Mesta y reguló la cañadas reales; desde entonces, esta ruta de trashumancia acapara una una franja de 18 kms. de longitud y 90 varas castellanas (72,22 ms.) de ancho de nuestro término municipal, razón suficiente por la que Agudo no tendría que haber consentido que,  en torno al año 2000, se cambiara un topónimo secular de trascendencia nacional por el de una asociación local de nuevo cuño que pretende emular a las conocidas órdenes militares.
       El usufructo de los recursos agudeños sedujo también al parque nacional de Cabañeros, que se publicitó en dos folletos, editados y/o patrocinados por la Junta, con dos fotografías de La Morra y el valle del río Agudo. Los ejemplos comentados constituyen la prueba innegable de que el patrimonio local está siendo rentabilizado por instituciones y gentes ajenas a la localidad; mientras esto sucedía, algunos gobernantes locales se han lamentado de la ausencia bienes patrimoniales en el municipio, han desdeñado tradiciones seculares, han apostado por innovaciones improvisadas de corto recorrido y fácil improvisación (paellas, belenes vivientes, fiestas rocieras, pseudo-mercadillos medievales y una larga lista de eventos copiados de cualquier lugar), y han confinado la cultura y las tradiciones propias al saluda de los programas anuales de fiestas, donde luce mucho y produce efímeros elogios.
Ahora aspiran a diseñarnos una bandera con la que, seguramente, alegarán encarnar unas raíces que  han declinado conocer pero ¿si son incapaces de apreciar lo que forma parte de nuestro devenir histórico, cómo pretenden inculcarnos afecto por un símbolo que nunca nos representó? Supongo que se izará y arriará cuando la autoridad competente lo considere oportuno  a fin de aprovechar el desmedido mástil instalado delante del ayuntamiento viejo; evidentemente, el acto se acompañará del correspondiente aperitivo, vino español o lo que toque ese día. Quizá todavía estemos a tiempo de apostar por lo nuestro, fomentando la divulgación de lo que tenemos y cuidándolo, en lugar de permitir que otros lo exploten mientras nosotros nos dedicamos a promocionar el traje regional de vete a saber dónde.
      [Los temas tratados en esta entrada ya se comentaron en otros artículos publicados en Agudo Joven y en Castillo de Tamur (“Agudo no está en el mapa”, “La sierra del Altambud. Mito y realidad”, “El cerro de Santo Bastián” y “El camino del Sácer”), donde se puede consultar la bibliografía utilizada].

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