[En mayo de 2017 se publicó este escrito en Agudojoven con el fin de evidenciar el estado de deterioro del ayuntamiento viejo, uno de los edificios más representativos de la localidad, que se haya incluido en el Inventario de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha. Casi dos años después no se ha efectuado ninguna reparación, si se exceptúan un par de intervenciones torpes y estrambóticas. En el texto se han introducido las modificaciones necesarias para incorporar las últimas actuaciones]
El edificio que, tras la construcción de las nuevas dependencias municipales, se conoce como ayuntamiento viejo contiene, en realidad, tres inmuebles diferentes, aunque bien armonizados desde el punto de vista estético. La mitad sur del bloque principal se destinó a pósito en origen y a escuelas después. En el piso superior de la mitad norte se ubicaron las oficinas y dependencias oficiales del consistorio, y una escuela; en la planta baja estuvo el hall de acceso las estancias de administración local, la casa del alguacil y la cárcel o centro de distribución de la leche americana, según el momento y las necesidades; eso es lo que yo conocí de pequeña, aunque me consta que no siempre fue así. El módulo adosado a la fachada este del pósito (Hospital, 2) lo he conocido primero como escuela y después como alojamiento de un vecino, pero me contó Afrodisio Ortiz que, cuando él era joven, la escalera de acceso a la planta alta del pósito se encontraba en este recinto antes de construirse la actual en la plaza. Se adjuntan estos datos con el fin de evidenciar la posibilidad de que el conjunto de inmuebles no responda a un único proyecto, aunque a tenor de los resultados este hecho pasa casi desapercibido.
En 1752, el
Catastro de Ensenada sitúa las casas del ayuntamiento en la calle Larga (actual
Cervantes), en la manzana delimitada por las calles Abades y Prior; la misma
fuente reseña la localización del pósito en la calle San Juan, junto a la
carnicería pública. Casi un siglo después (1848), el Diccionario de Madoz
especifica que …hay además cárcel, casas
consistoriales y pósito, todo moderno… Así pues, desconocemos la edad
exacta del conjunto, aunque podemos adjudicarles, como poco, casi dos siglos.
En todo ese tiempo, la fábrica ha soportado numerosas modificaciones más o
menos afortunadas (sirva de ejemplo la desmedida escalera de acceso a las
oficinas), pero no tan desatinadas como las que ha padecido en las últimas
décadas.
Fotografía 1: Balcón principal, detalle de la arcada superior y puerta de la casa del alguacil |
Inmediatamente
después de trasladarse la administración local a las nuevas dependencias en el
paseo de Juan XXIII, el equipo de gobierno de entonces decidió acometer
reformas en el edificio de la plaza de la iglesia (1996-1997, aproximadamente).
Se había proyectado derribar toda compartimentación interior y conservar
únicamente la fachada; afortunadamente se consiguió convencer al alcalde del
desatino que suponía eliminar las bóvedas y otros elementos originales. Se picó
el enfoscado de la fachada de la mitad norte del cuerpo principal (oficinas,
casa del alguacil y cárcel) dejando al descubierto una parte de la galería de
arcos ciegos de la planta superior. Pese a las mejoras evidentes en la
apariencia externa, se cometieron algunos desaguisados que podrían haberse
evitado. Se redujo la inclinación del tejado y se remató con teja mixta, lo que
le dotó de un aspecto plenamente moderno y, por tanto, incompatible con el
conjunto. Los suelos se uniformaron con un pavimento blanquecino y brillante
que no correspondía con el estilo del edificio, eliminando la baldosa de
terracota original que aún se conservaba en uno de los espacios de la planta
superior (lo que había sido la escuela de Dña. Matilde en otro tiempo). Sobre
el piso de los balcones se colocó un zócalo de baldosa catalana o similar
bastante llamativo que no ha cumplido las expectativas de proteger el paramento
adyacente de las humedades exteriores (foto 1). La carpintería exterior, de
aluminio lacado en blanco, no se instaló correctamente y ya no cerraba bien en
1999. La compartimentación de la planta segunda se hizo a salto de mata porque,
incomprensiblemente, la escalera de la estancia con acceso por la fachada
septentrional no va a ninguna parte, es
decir, remata en el aire.
Fotografía 2 |
El mantenimiento recibido durante los años
transcurridos deja mucho que desear, muestra de ello es la puerta principal (foto
2) y el voladizo de los balcones centrales (foto 3). Hasta el pasado curso
escolar no tenía más aplicación que servir de fondo a los contenedores de la
basura durante todo el año (foto 1) y acoger en el balcón principal a la
corporación municipal el 14 de agosto, en el acto de inauguración de las
fiestas (a estas alturas ya no nos aclaramos si son populares, patronales o en
honor de nuestra patrona la Virgen de la Estrella, puesto que todos esos
títulos han aparecido en la portada del programa oficial a tenor del regidor de
turno). En la actualidad se utiliza también un aula para alfabetización, aunque
esta actividad podría haberse realizado en el remodelado almacén de fontanería
(más pequeño), donde se ha instalado aire acondicionado, servicios y fregadero,
pero no se le ha asignado un servicio conocido.
Fotografía 3 |
Con fecha
posterior a la intervención en el módulo norte, se realizó el picado de la
fachada y el interior de la planta baja del pósito. Cuando yo lo visité (hacia
1997), al menos una parte del pavimento de baldosas se había eliminado. En 2000
se soló con baldosa de barro. El resultado final (suelo de baldosas, y
paramentos y techo de ladrillo) ofrecía un aspecto interesante y dejaba a la
vista las bóvedas originales. Se utilizó
un tiempo como sede de la asociación de jóvenes y ahora es otro almacén de
trastos, sino recuerdo mal. Hubo una propuesta para convertirlo en un museo
desde donde divulgar la existencia de la hermandad de los auroros, pero no acabó
de convencer a nuestras autoridades. La puerta de la calle, que se puso en la
intervención de 2000, está pidiendo a gritos una mano de pintura que la proteja
de las inclemencias del tiempo; de no hacerlo, cabe suponer que terminará como
la principal (fotos 2 y 4).
Fotografía 4 |
Fotografía 5 |
Tras el derribo de los locales del sindicato, la que hoy es una estancia con acceso propio en la planta baja del pósito se había aislado de los otros espacios cerrando el vano de comunicación con ellos; al mismo tiempo se había abierto una puerta en el lugar donde estuviera una ventana idéntica a la que aún puede observarse debajo del balcón principal (actualmente los servicios). La reja, de hierro forjado, “desapareció” en algún momento entre 1997 y 1999; como he dicho, era semejante a la que aún se conserva y ese tipo de trabajos se hacían a medida, por lo que, quizá, podría rescatarse alguna vez (si se vendió como chatarra, alguien debería figurar en la lista de “nuestros hombres ilustres con ideas brillantes”). El pavimento instalado en esta pieza sigue la tendencia “oficial”, blanquecino y brillante, y los muros lucen un discordante gotelé que, creo recordar, se repite en la zona remodelada en 1996-1997. La puerta de la calle, de chapa de hierro, no podía desentonar más. Hace tres años fue utilizada por Afammer-Agudo para montar un altar de mayo; después se ha usado como almacén de farolas y, creo, no ha tenido otra función desde que lo dejara la UPA (foto 5).
Fotografía 6 |
Ignoro si en
las dependencias que configuran la antigua cárcel se han realizado reparaciones
de algún tipo, pero a través de la ventana se observa una bóveda encalada,
aunque sin enlucir. En cualquier caso, su aspecto es calamitoso y el abandono
en que se halla es perceptible desde la calle. Aparentemente no se usa ni para
almacenar trastos inútiles. La puerta no cierra porque nadie parece haber
tenido la ocurrencia de arreglar los pasadores y colocar una cerradura normal;
los batientes parecen antiguos y no presentan un deterioro irreversible, pero
el vaivén que produce la ausencia de pasadores terminará arruinándolos más
pronto que tarde (foto 2).
Fotografía 7 |
En la pasada
legislatura se llevó a cabo una intervención en la escalera de subida y la
planta superior del pósito, y el módulo
de la calle Hospital. Cabe destacar la deplorable decisión de rebajar la
inclinación del tejado hasta igualarlo con la mitad norte, que ya se modernizó
en su momento, optando por la vía cómoda; la teja mixta super-roja le aporta el
punto de discordancia y expresa la tendencia estética seguida por el ayuntamiento.
El revestimiento de la escalera tampoco ha sido la solución más acertada, pues
resulta evidente que destaca demasiado sobre la fábrica original (foto 4), confundiendo
rusticidad con antigüedad. No he visto el pavimento empleado en el interior,
aunque no me hago ilusiones. La actuación no ha afectado a los balcones, que
permanecen desfondados. Aparentemente, en el recinto frente a la iglesia (Hospital,
2) sólo se picó la fachada, dejando ventanas y puerta tal y como estaban (fotos 7 y 8). En el último año se han hecho algunas reformas en este espacio,
habilitado hoy como almacén de
fontanería; se ha sustituido la puerta de
chapa de hierro por otra de idéntica materia prima y la ventana superior se ha
cegado con ladrillo sin enfoscar (como la del lado sur). No quiero imaginarme
el pavimento que han utilizado en el
interior y tampoco consigo entender las razones del consistorio para transformar
esta estancia en otra zona de almacenaje y reconvertir la nave, que hacía esa
función, en potencial saloncito de colaciones varias (carece de utilidad
conocida).
Fotografía 9 |
Ignoro en qué
momento y a quién se le ocurrió adosar una estructura nueva al muro del
edificio con el fin de colocar ahí la fuente de El Loro (foto 4). La idea no
pudo ser más chabacana y, lo que es peor, cada cierto tiempo el ayuntamiento se
ocupa de aplicarle una mano de pintura para que, me temo, resalte más la
discordancia con la obra antigua.
La última genialidad ha consistido en
colocar un condensador de aire acondicionado en el balcón principal, que se
utiliza desde hace algunos años para pregonar el comienzo de las fiestas de
agosto. Para más escarnio, alguien ha tenido la feliz ocurrencia de ocultarlo
debajo de una estructura, a modo de cubre-radiador, que no pasa desapercibida y
ha incrementado el tamaño del armatoste.
Fotografía 10 |
Se ha
pretendido realizar una escueta reseña del estado en que se encuentra hoy el
edificio civil más emblemático de Agudo. Es evidente que cuenta con
instalaciones independientes y de diferentes tamaños para dar servicio a una
amplia gama de posibles actividades culturales, sin necesidad de tener abierto
todo el conjunto con el gasto que ello supondría. Así mismo, debería tenerse en
cuenta que fueron los vecinos de Agudo los que sufragaron con sus impuestos y,
seguramente, sus peonadas de villa todo el coste de las obras; también habría
que pensar en la satisfacción de aquellas gentes al contemplar el resultado de
su esfuerzo. Ninguno de esos motivos han sido valorados por las sucesivas
corporaciones municipales de las últimas décadas que, en la mayoría de los
casos, han tomado la fábrica como una herencia arcaica y engorrosa, donde no pueden lucirse porque no hay nada
que inaugurar, únicamente mantener y conservar. Tampoco se ha tenido en cuenta
que el inmueble se encuentra incluido en el Inventario de Patrimonio Cultural,
aunque quizá este dato no sea muy conocido por los equipos de cultura locales,
pues sé de dos alcaldes que no han tenido pudor en proclamar la ausencia de
monumentos en Agudo. No sería mala idea que cada legislatura invirtiera una
prudente cantidad en la conservación y reparación del conjunto para que las
futuras generaciones puedan disfrutarlo; acabo con una conocida frase que en aquí
no acaba de calar, Un pueblo que olvida
su historia y su cultura está abocado a la desaparición. Aunque en
nuestro caso podría resultar profética pues al paso que llevamos, poco más de
1.650 habitantes y menguando, los columpios de los dos parques infantiles, cortesía
de esta legislatura, van a recordar a los de Chernobyl, pero eso no parece
importarle a nadie.